Estamos trabajando en siete ámbitos para que el alumnado alcance una formación integral.
Cuando hablamos de nuestro modelo de educación hablamos una y otra vez de la inclusión y, de verdad, creemos que es importante porque tiene que ver con los derechos del niño, porque está en juego su dignidad y porque fortalece las capacidades de cada niño y niña de nuestro colegio y ayuda a arraigar su cometido en la sociedad. Hace tiempo que en nuestro colegio apostamos por la diversidad como una oportunidad para arrinconar la discriminación.
A la hora de apostar por la inclusión tenemos que luchar con muchos prejuicios, profesores, familias e incluso alumnado. Todavía son muchas las excusas que van de boca en boca: «Las aulas son demasiado pequeñas», «El número de alumnos y alumnas que tenemos en las aulas es excesivo», «Lo que tenemos que dar en los libros de texto no perdona», «La EBAU nos marca los mínimos» o «tenemos demasiado trabajo para poder atender las necesidades de todo el alumnado».
Pero para conseguir la inclusividad queremos centrarnos en transformar la cultura de nuestro centro que va más allá de estrategias y dinero. Queremos tener en consideración cada alumno o alumna, para poder entender el entorno y las circunstacias de cada persona y que así pueda alcanzar metas más ambiciosas en su vida. Nuestro alumnado tiene diversos orígenes y características, diferentes aspiraciones y deseos. No servirá, pues, el mismo recurso para uno y otro estudiante.
Siete ámbitos
En este sentido, en los últimos tiempos venimos realizando un análisis y una remodelación de nuestro colegio para que nuestras aulas se hagan cada vez más inclusivas. Para ello trabajamos en los siguientes ámbitos de trabajo:
1.- El alumnado trabaja individual o colectivamente, frecuentemente en grupos cooperativos, apoyándose mutuamente. Los grupos son flexibles y el papel de cada persona en el grupo cambia cada vez.
2.- El profesorado trabaja tanto en el grupos grandes como en grupos pequeños. También estamos intentando que en clase influya más de un profesor o profesora, intercalando su trabajo en los grupos que hay en el aula. Ejemplo de ello es el proyecto puesto en marcha este año en el primer ciclo de primaria.
3.- El material que recibe el alumnado para aprender es muy variado, tanto analógico como digital.
4.- La disposición de aulas y espacios es flexible. La distribución entre aulas se puede quitar y poner con facilidad. También convertimos otros espacios fuera del aula en espacios de aprendizaje (pasillos, zona de juegos, biblioteca…)
5.- El plazo que tiene el alumnado para finalizar el trabajo asignado es adaptable, así como el grado de dificultad de las evidencias que les solicitamos.
6.- A los alumnos y alumnas les encomendamos diferentes tareas, tanto para el aula como para casa, y tratamos de ofrecer espacios en el colegio a quien no tiene un entorno adecuado en casa.
7.- Los tutores y tutoras del aula son de vital importancia, conocen bien al alumno o alumna y a su familia. Con mucha frecuencia, sacan tiempo para reunirse con ellos y destinan recursos para afrontar los retos que se les presentan junto a diferentes agentes de la escuela (grupo de diversidad). Se convierten en compañeros de viaje del alumno y de la familia.
Somos conscientes de que a estos ámbitos de trabajo se pueden añadir otros muchos. No es nuestra intención, sin embargo, ser demasiado precisos en esta enumeración. Concluimos que apostar por la inclusividad nos lleva a una forma de trabajar, sin embargo, a apostar por todas las metodologías orientadas a la atención individual. En Jesuitak Durango queremos apostar por ese nosotros que formamos tú y yo.