De la mano de Ainhoa Rodríguez Olmo, experta en pedagogía Pikler-Loczy, educación autodidacta y educación creativa y cíclica consciente, el equipo de educadores de Infantil hemos participado en la formación en torno a la organización de los espacios y la visión sobre los niños y niñas.
La metodología que utilizamos es la misma que la que ella nos explica.
Como dice el biólogo Umberto Maturana, la vida se basa en la interacción de un ser vivo con su entorno. Esta interacción debe ser espontánea, es decir, no corregida. Lo que se expulsa del interior, creando nuevas conexiones neuronales. Por eso en nuestro colegio nos basamos en el juego y la interacción.
Así, para que los niños y niñas puedan realizar aprendizajes significativos y desarrollar sus capacidades, debemos cuidar el entorno (los rincones, los espacios internos y externos de la escuela y el acompañamiento de los educadores). En nuestro colegio, trabajamos de esta manera.
En el aula de infantil se desarrollan jugando con movimientos autónomos, explorando y manipulando diferentes materiales e interactuando con los demás (compañeros y educadores). Decimos movimiento autónomo; no «libres». La libertad es un concepto que hay que entender bien. Los límites tan necesarios deben ser siempre claros. Son los que condicionan la seguridad y la tranquilidad en el menor.
Tenemos que confiar en las capacidades de las niñas y niños. Debemos preparar y cuidar un entorno que satisfaga sus necesidades. En ningún caso sobreestimular.
Respetar los ritmos de cada persona también es de vital importancia. Respetar los ritmos implica bienestar; lo contrario, sin embargo supone una vivencia desagradable (al obligar o adelantar algo).
Debemos impulsar el desarrollo; los niños deben ser protagonistas y dueños de sus estudios y logros. Por eso las personas adultas tenemos que ser una figura de compañeros de viaje.
Dependiendo del nivel de desarrollo del momento (necesidades, interés…), cada persona del aula recibirá del entorno lo que necesite. En la etapa inicial, de 0 a 2 años, sus necesidades reales son sobre todo alimentación, afectividad y seguridad. Después, entre los 2-7 años, tiene que correr, saltar, gritar, jugar con tierra y agua.
En esta teoría radica nuestro día a día, nuestra práctica. Ofrecemos espacios y propuestas para la exploración, la experimentación, el movimiento, el juego y la manipulación. Dando a conocer los límites que les son propios, dando importancia al orden necesario (que genere un ambiente tranquilo y de confianza) y siempre acompañándoles en sus procesos vitales.